viernes, 5 de agosto de 2016

Veo la hija del presidente Obama trabajar de mesera y me inspira como madre

Siempre he admirado la humildad en las personas, de esas que a pesar de ser adineradas o tener posiciones de importancia son tan sencillos de una calidad humana impresionante.

Ver la hija del presidente Barack Obama -Sasha- ocupar sus vacaciones de verano para trabajar como mesera me inspira, porque se que no todo está perdido.

A sus 15 años la adolescente, con esta jornada, ha demostrado humildad, lo que les falta a muchos. Ha salido de su zona de confort para vivir la experiencia, claro sus padres, Michelle y Barack Obama, juegan un papel de primer orden para ese logro.

Tomo este tema como referencia porque como madre es lo que busco desarrollar en mi hijo, un hombre de bien, trabajador, sensible, que valore las cosas, que sepa que cada juego que disfruta o lugares divertidos que visita es porque se los ha ganado.

Que su educación, pagando colegios, libros que están por las nubes, meriendas y el levantarse temprano y dar seguimiento a sus asignaciones y actividades extracurriculares conllevan tiempo y sacrificio, pero lo hacemos con mucho amor porque queremos lo mejor para él.

Ojalá que esta muestra de humildad a su corta edad de la hija del presidente de esta gran nación, sirva de inspiración a millones de padres. 

A veces le damos demasiado a nuestros hijos dentro de lo poco que tenemos y, sin darnos cuenta le podemos hacer un daño.

Trato en lo posible presentarle a mi hijo la realidad de las cosas, le muestro lo que sufren otros niños de su edad, solos en la calle, trabajando, sin un padre o una madre que les ofrezca protección.

También le presento lo triste y conmovedor de ver niños sin alimentos y educación, por ello no desperdiciar la comida, un pan que uno tire a la basura lo necesitan millones.

Dios nos permita seguir sembrando valores...

Nos vemos en una próxima de mi Isla al revés ....

jueves, 4 de agosto de 2016

Dándole calor al blog...

 Había iniciado este blog con la intención de darle cariño, aunque fuera una vez a la semana, sin embargo mis múltiples ocupaciones: programa de televisión, las noticias, periódico digital, la radio -y cuantos afanes surgen en el camino-  me obligaron dejar de lado mi isla al revés.

Pero, aquí de vuelta para escribir de lo cotidiano, de aquellas cosas que no analizo en la televisión, porque importa a muy pocos o quizás a nadie.

Porque el que me vaya de vacaciones o disfrute de una suculenta cena en un exclusivo restaurant solo importa a mí o a quienes me acompañan. 

Y para eso es este blog, para hablar un poco mas cercano de temas que pueden parecer ridículos para algunos si los publico en el periódico o lo digo en la televisión o la radio.


En fin, que ya cuando estamos al doblar de la esquina, que los años comienza a sacudirnos nos damos cuenta que existen pequeñas detalles que tienen un gran valor.

Digamos que trataré de hablar menos de los políticos corruptos, de aquellos que juegan con la conciencia del pobre -no sé si lo pueda lograr- a veces reviento...

Ya mañana será otro día para agradecer a Dios por las cosas hermosas que pasan en mi vida y, porque a veces me ahogo en un vaso de agua cuando hay tanta gente perdidas en alta mar.

Los veo en mi Isla al revés.

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jueves, 9 de abril de 2015

-Gediondo a rayos-, pero de mente prodigiosa

Por Gheidy de la Cruz

Caminaba por las calles, “apestoso”, hediondo -“gediondo a rayos”- como si el agua le pudiera cortar la piel.

Caminaba frente a mí. Yo, un poco alejada…bueno “en verdad, verdad” bastante, por si acaso.
Cargaba una mochila mugrienta y, en sus manos, muchos documentos. Mientras avanzaba la gente le abría paso, su apariencia lo delataba… es que “el grajo era un cuchillo”.

Íbamos por el mismo camino, al parecer al mismo lugar, pues yo en a gestiones personales a una oficina de gobierno y prácticamente llegamos juntos.

El caballero, de unos 60 años, probablemente menos, pues su abundante barba, pelo “desgreñao” con abundante cana no permitía apreciarlo.

Se iba de lado, tenía poca estabilidad -eso me pareció- .
Luego de minutos de espera por fin llegó el ascensor, tendríamos que subir unos cuatro pisos.

Y ahora, nadie quiere subir al ascensor? el primero fue señor con características de deambulante, zapatos rotos, ropa harapienta e insisto: una peste “bovina”. Las cosas como son. No! Nadie subió, solo el “caballero andante”.

Mientras esperaba, trataba de escupir en algún lugar, solo tenía un café en el estómago y sentía que me había tragado el “bajo a rayo” Carajo!!! Qué desagradable tragarte algo que no es tangible.

Cuando llega el ascensor todos subimos, todavía quedaba el “aroma” impregnado en el pequeño espacio. Una señora sacó de su cartera un pequeño “splash”, uno de esos perfumes que la gente acostumbra echarse después de un baño y otros para cuando van a un baño público para curarse en salud ante una emergencia.

Imagínese usted qué combinación y por la mañana. Era de morir.
Cuando llego a la oficina, oh sorpresa! Ahí está el señor nuevamente y en la fila de servicio al cliente.

Lo escucho quejarse de que le están cobrando impuestos que no debe, que si “el gobierno no sirve”, “que son unos pillos”, en fin cuantos epítetos en contra de la administración.

Sonaba un hombre estudiado, hablaba con coherencia de temas sociales, de impuestos y derechos que como ciudadanos mecería, citaba leyes, resoluciones y se conocía por nombre y apellidos los jefes de agencias, del pasado y presente. Estaba al día en las noticias, citó frases de políticos y promesas que ninca cumplen.

Por un momento mi mente se desbloqueó, y se me olvidó que el hombre expedía un olor a orín -“meao’ trasnochao”- yo sólo escuchaba sus planteamientos tan acertados.

De momento, varias doñitas le hicieron el “coro” y comenzaron a contar odiseas cuando visitan oficinas de gobierno, que si la luz, el agua, el Crim, las planillas y esta “vaina” del IVA.

Confieso que fue impresionante el poder de palabra de este caballero, ya que a pesar de su apariencia y descuido en su higiene personal logró capitalizar en su entorno.

Quise hacer esta reflexión porque todavía me pregunto por qué perdió de perspectiva su higiene.
Me apena lo que veo en las calles de Puerto Rico, tantos deambulantes, profesionales si rumbo…

Dónde perdieron su enfoque?.

En fin que por las calles hay mucho que ver y contar.

Yo sigo con mi isla al revés.

Los espero en la próxima entrada de mi blog LA ISLA AL REVES
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miércoles, 30 de octubre de 2013

No estoy de acuerdo que liberen a Redondo Llenas

Para el 5 de noviembre está pautada la solicitud de libertad condicional de Redondo Llenas. 

Por Gheidy de la Cruz

No te lo mereces. Y reconozco que no soy quién para juzgar a nadie -Dios es el único- pero la justicia terrenal tiene que ser honesta, no puede ser ciega, y este  asesino, Mario José Redondo Llenas, no merece la mas mínima consideración.

Yo, como madre, me opongo que vuelvas a la libre comunidad, y no utilizo un epíteto demoníaco por respeto a tu madre que, entiendo, merece respeto y no debe ser juzgada por tus actos.
Te pregunto: ¿Recuerdas a tu primo hermano José Rafael Llenas Aybar a quien asesinaste y, en su indefenso cuerpecito, propinaste 34 puñaladas? ¿Lo recuerdas?

¿Recuerdas también que lo ataste con cinta adhesiva para inmovilizarlo en el baúl del carro, junto a tu amiguito, el otro asesino Juan Manuel Moliné Rodríguez?

De solo imaginar la horrorosa escena, se me hace un nudo en la garganta, mis ojos se nublan de lágrimas y mi corazón de dolor, igual que, de seguro, le ocurre a muchos dominicanos que consideran debes continuar tras las rejas y pagar por el crimen, aunque con ello no se compensa la vida del niño.

¿Quién te crees tú, para que te otorguen libertad condicional? Has cumplido quince  años de los treinta a los cuales te condenaron, y me apena que en nuestro país no exista cadena perpetua para que te refundas por siempre.

Alegas que te has “rehabilitado” no lo creo. Los mismos psicólogos que, en su momento te evaluaron, llegaron a la conclusión que tu condición de Trastorno Antisocial de Personalidad era irreversible.
Confío en el buen juicio del juez de la Ejecución de la Pena y que tu maquiavélica conducta, no desvíe su atención.

¿Sabes? Ese crimen me marcó, igual como  lo hizo con nuestro pueblo, pero sobre todo con los padres de ese angelito que tú, de una manera cruel, y sin el mas mínimo reparo, le arrebataste.

Estuve ahí desde el primer momento. Recuerdo cuando se dio a conocer la noticia -de la desaparición del niño de 11 años, tu primo, con tu misma sangre- primero lo vi en el programa de Julito Hazim y la imagen de ese angelito se quedó sembrada en mi mente.

Posteriormente, como reportera de Telenoticias, me tocó cubrir la trágica noticia: habían encontrado el cuerpo sin vida del menor.

El país se conmovió; no lo podíamos creer. Las autoridades estaban detrás del o los asesinos uno de los cuales eras tú,  Mario José Redondo, habías asesinado a sangre fría a tu primo a quien viste nacer y crecer.

Eres un maldito!

Recuerdo que te uniste a la búsqueda de tu primo. Hipócrita y despiadado fuiste.
No te amilanaste al ver a toda tu familia desesperada, después de haber cometido horrendo crimen.
También recuerdo que fuiste a la funeraria y, con sangre fría, te uniste a toda la familia. Eres un animal! (con mucho respeto a los animales, que muchos de ellos, sin tener conciencia humana, me merecen más respeto que tu).

Pero una cosa, Mario José Redondo Llenas, no te mereces el más mínimo perdón, mereces cadena perpetua al igual que el otro perverso, tu cómplice, Juan Manuel Moliné Rodríguez,  que fue condenado a veinte años de prisión.

Cuando los vi por primera vez - a ti y a tu amiguito- en la rueda de prensa de la Policía Nacional, era medio día, lluvioso, tal parecería que el cielo lloraba de sufrimiento por el niño a quienes ustedes les segaron la vida.

Me tocó cubrir el momento para Telenoticias. Yo los miraba, observaba sus manos, cada uno de sus gestos y no podía creer que tuviera frente a mí esa alma envenenada capaz de haber asesinado con  34 puñaladas a ese angelito.

Todos los periodistas y camarógrafos estábamos conmocionados ante tanta crueldad y la manera con que se narraron los hechos.

Recuerdo que, posteriormente cubrí el juicio, tu siempre aislado, con un libro en la mano, sentado en el banquillo de los acusados, pensativo, sin decir una palabra con una frialdad indescriptible.

El otro, Moliné Rodríguez, “privando en jevito” enamorando cuantas muchachitas aparecían en sala.
Una vez conversaba con una colega periodista acerca del morbo que podía generar, en algunas jovencitas esta situación, que no me merece mayores detalles en este momento.

Tuve que conversar en los recesos con ustedes en busca de información, como parte de mi trabajo, pero confieso me causaba repulsión.

Recuerdo también que, en una ocasión, lanzaste algunos epítetos en mi contra. Me llamaste “fresca, atrevida…” (el video debe estar en archivo pues esa parte fue reseñada incluso por las cadenas internacionales presentes).

Te hice cierta pregunta, -que tan poco quiero traer a colación en estos momentos- y te “picó” el cuestionamiento. Ibas  custodiados por los agentes para ser trasladado de vuelta a la cárcel. En ese momento el periodista Miguel Ángel Núñez me protegió.

Fue la única vez que te vi responder de esa manera, y todavía me pregunto por qué tu reacción.
Un gran porcentaje se opone a que seas puesto en libertad, y yo, definitivamente me uno a ese coro de voces. No te lo mereces!

*La desaparición del niño José Rafael Llenas Aybar se dio a conocer el 4 de mayo de 1996 y fue encontrado en Arroyo Lebrón, kilometro 24 atado con cinta adhesiva y 34 puñaladas.

Para el 5 de noviembre está pautada la solicitud de libertar condicional de Redondo Llenas. Desde ya la madre del niño asesinado espera que la petición sea rechazada.



*La autora es periodista

domingo, 23 de junio de 2013

“Qué bajo a huevo güero!”

Cuánta insensibilidad en la media isla, en esa tierra que me vio nacer…y, de este lado del charco, inmigrante también soy.

Me preocupa el clima que se respira en la República Dominicana, y es que las diferencias históricas con el vecino pueblo de Haití están a flor de piel con la veda a la venta de pollos y huevos relacionados con la gripe aviar.

Aunque ya la Organización Panamericana de Salud, y el mismo gobierno dominicano, han aclarado la situación los haitianos no parecen están convencidos, y en muchos se ha desatado su ira.
Más allá de un problema sanitario soy de la opinión que gente de mucho poder se mueve detrás de esta prohibición, y garantizar la seguridad en la frontera, parece prácticamente imposible.

He escuchado aquí y allá opiniones diversas sobre este tema, pero el término “desagradecido” es lo que me ha motivado hacer esta reflexión en voz alta.

Han sacado en cara que el pueblo dominicano fue el primero en acudir a Haití cuando ocurrió el terremoto, y que en los hospitales de la frontera, se atienden más nacionales de ese país que de los nuestros.

Pero yo pregunto -de este lado del charco- ¿Acaso nosotros como inmigrantes no exigimos lo mismo para los nuestros, para nuestros compatriotas?.

Como inmigrantes exigimos respeto policial, atenciones médicas, educación, alimentación, reunificación familiar ¿Y para los haitianos?, entonces ¿Que se los lleve el diablo?.

No, no creo que es de sensatos pensar de esa manera. Yo soy dominicana, orgullosamente, pero por encima de banderas, ideologías políticas, sociales o culturales el respeto a la vida y la dignidad está por encima de todo.

Pienso que esos sectores poderosos son los causantes de que el pueblo haitiano se haya tirado a las calles. Cada vez que uno de sus ciudadanos recibe un atropello en República Dominicana ocupa primeras planas en ese país y le enerva la sangre a su gente; a mí me ocurre lo mismo cuando veo algo similar.

En los Estados Unidos o Puerto Rico, como extranjeros, sufrimos en carne propia cada uno de estos atropellos, y buscamos hacer justicia.

Entonces, condenamos a esos pobres seres humanos, utilizados por sectores que promueven en ellos una imagen de discordia, que no corresponde con el sentir de la mayoría de nuestro pueblo.

El dominicano es solidario, no entiendo por qué vender una imagen de que nos apesta el haitiano y que los vemos como una raza extraña.

Me molesto cada vez que escucho comentarios similares.
Tengo muy buenos amigos haitianos, gente noble, y se que sufren cada uno de estos atropellos de seres despiadados. No puedo unirme al coro de voces, incluyendo de reconocidos periodistas dominicanos y analistas que llevan una campaña de desprecio hacia esos nacionales. Lo siento, yo no apoyo vagabundería, yo promuevo el resto a la vida y la integridad.

Yo enarbolo con orgullo mi bandera tricolor y hago mías las sacrosantas palabras de “Dios, Patria y Libertad” pero no me olvido que hay un Dios y que bajo su mirada todos somos iguales.
Podemos tener diferencias, pero considero que a muchos dominicanos se les ha olvidado el trato de respeto a seres humanos. 

No digo que del lado haitiano también se da el irrespeto hacia nuestro pueblo, créanme ciega no estoy, pero siento que ese poder detrás del trono nos tiene en esta pelea avivando resentimientos históricos de ambos países que en nada nos beneficia en estos momentos, esto me huele a “huevo güero” .

¿Quién está detrás de dañar la relación del gobierno dominicano con el haitiano? ¿Qué buscan con llenar de rencor a los haitianos y atizar el odio de nuestro pueblo hacia esos nacionales?
De seguro que en 2016 lo sabremos….

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miércoles, 27 de febrero de 2013

Conocí una dominicana que reniega de sus raíces; nos llama vulgares y sin educación

En este caso estaba frente a una “asesina” de mi patria, de una mujer despiadada que no valoraba el ahínco de nuestros próceres, estaba frente a una pendeja que no valoraba la tierra que la vio nacer.


Como inmigrante, alejada de la tierra que me vio nacer, he logrado acercarme más a mis raíces.
Me siento tan orgullosa de mi bandera tricolor y de esa lucha de independencia, que tengo que verla todos los días en mi escritorio.

Al igual que en otros lugares de las diáspora, aquí en Puerto Rico se siente rebosante ese patriotismo, y debo confesar que se me enchila la piel al seguir con orgullo: “Soy dominicana”, que pertenezco a esa hermosa tierra de “Quisqueya la bella”, bañada por los mares de blanca espuma...

Compartir con miembros de nuestra comunidad, contrario a lo que se pueda hablar de falta de integración y de que podemos andar como “chivos sin ley”, en ese punto no soy tan drástica, entiendo más bien  tenemos una diversidad de pensamiento.

Creo que nuestros hermanos dominicanos buscan orientación en el camino incorrecto y el problema estriba en el liderazgo. Esto es arena de otro costal, que pretendo analizar en otro momento.
Voy al punto. Quiero hacer un planteamiento, y trataré ser bastante objetiva. En Puerto Rico  he socializado con dominicanos de distintos extractos sociales:  millonarios, ricos, clase media y hasta  indigentes.

Son muchas las anécdotas que pudiera contar, algunas vividas en carne propia, y otras narradas por amigos.

Me he encontrado con dominicanos que se avergüenzan de sus orígenes, que lo dicen entre los dientes para que quienes están a su alrededor no lo escuchen.

Recientemente tuve una experiencia con una de esas “estúpidas” (creo que es el epíteto correcto), así le llamo a la gente que se olvida de sus raíces. S alguien sabe uno mejor, me lo deja saber.

Fue hace unas semanas, en un encuentro social. Me presentan a una “susodicha fulana” y a su esposo. Compartimos toda la noche. Dentro de la conversación, y siempre me pasa, sale el tema de que soy dominicana.

Me identifican por mi nacionalidad, no necesariamente por el acento, nunca he tenido uno marcado –eso dicen-  ni cuando vivía en Jarabacoa, porque mi amor por la lectura en voz alta, me ayudó bastante para no decir “acerte” en vez de aceite o “perne” en vez de peine…

En esta reunión, y luego de casi tres horas, es que uno de los presentes me indica que la “susodicha fulana” era dominicana. Yo, dije: ¿Cómo, en serio? a ella se le pusieron los cachetes rojos, parecía que le salía humo por los oídos, pero a la verdad es que creo se le pusieron medio morados, pues es una morena, de color bien acentuado y pelo desrizado.

Yo le indico que me daba mucho gusto conocer una compatriota, pero me inquietó que no lo destacara.
Su esposo –puertorriqueño- la molestó con un comentario de que a ella no le gustaba que le dijeran dominicana e incluso a sus hijos, nacidos en este país.

Su justificación me pareció estúpida, desproporcionar, insultante: dijo que había venido a vivir a Puerto Rico cuando tenía 10 años de edad, junto a su madre y su padrastro.

Que ella tenía más de 40 años, que ama a Puerto Rico –pero, perdón, yo también respeto y adoro esta tierra donde nació mi hijo-  y se considera una verdadera boricua, además de que los dominicanos "son muy vulgares…hablan tan feo, mal educados…"

Ay, ay, ay…ya era yo la que votaba humo por los oídos. Abrase visto cuanta falta de respeto!.
Me dijo que sus hijos nacieron en Puerto Rico y que nunca les habla de la República Dominicana y que no quería que los discriminaran porque ellos son "boricuas". Le pregunté si tenía familiares todavía en el país, y me dijo que dos hermanos de padre “que viven en una zona que no recuerdo… pero creo es algo así como Herrera”.

Diablos!!! Yo estaba que me pinchaban. Quienes me conocían  no se atrevían interrumpir la conversación, sabían que algo podía pasar; algunos reían, y hablaban de lo “buena que son las dominicanas”, pero a mi esos chistecitos no me desenfocaban.

“Oh, pero cual era la vaina”. Debo decir que le agradezco a Dios este don de la paciencia, pues como periodista la he aplicado a lo largo de mi carrera, sobre todo cuando tengo que entrevistar delincuentes involucrados en hechos de sangre, pero reconociendo que mi papel en ese momento es  informar, no juzgar.

En este caso estaba frente a una “asesina” de mi patria, de una mujer despiadada que no valoraba el ahínco de nuestros próceres, estaba frente a una "pendeja" que no valoraba la tierra que la vio nacer.
Dios Santo!!! De verdad que como siempre digo: hay que orar, claro sí.

Para no dejarlos sin el desenlace de esta historia real debo decir que la puse como “chupete”, con altura, educación, como somos los dominicanos, resaltando algunos de nuestros valores históricos y los lazos de solidaridad que nos identifican como dominicanos.

A mis comentarios se unieron  otros valiosos puertorriqueños respetuosos de nuestra  culturas. El esposo de la “susodicha” se disculpó y me dijo: “no le hagas caso, mi mujer es una loca”…

Bueno, un marido que pida disculpa de esa manera,  diciendo que su esposa con la que tiene dos hijos  “es una loca”…me pone realmente a pensar.

Yo levanto mi bandera con orgullo!!! y a ese tipo de personas las espero en la bajadita...

Twitter @gdelacruz11


sábado, 16 de febrero de 2013

No soy delincuente, no trafico, ni fumo; ese humo lo odio, me irrita hasta el alma


Me confundieron con la narco?

Por Gheidy de la Cruz

Era uno de esos días, luego de una agitada semana de trabajo y de hacer un viaje apresurado a mi país, República Dominicana, ante la sorpresiva muerte de un ser querido.

Al igual que toda mi familia estaba abrumada. Nunca estamos preparados para ver partir de este mundo a uno de los nuestros.

Estuve dos semanas en mi media isla, pero mi regreso estuvo plagado de dificultades. Nunca pensé el trauma que traería todo esto cuando llegara al AILA (Aeropuerto Internacional de las América, designado José Francisco Peña Gómez).

Mi hijo de 7 años y yo, llegamos temprano a la terminal (4 horas antes),  por circunstancias que no vienen al tema, ustedes saben lo que representa en el país el transporte.

La fila de chequeo de la aerolínea que nos traería a Puerto Rico tenía muy pocos pasajeros. Qué maravilla!!!
Hice la inspección de maleta, por cierto, prácticamente vacía (como inmigrante tengo la costumbre de dejar prácticamente todo a mi regreso).

Todo fue bastante “ligerito” –era mediados de diciembre 2012- y el volumen de pasajeros es de llegada, no de partida.

Como era temprano, no habíamos desayunado, así que antes de ir a la fila para la zona de control, y de tener mi boleto en mano,  decidimos dar una vuelta, mirar las tiendas, y apreciar los cambios de la terminal, pues nunca lo hago en ese punto por la prisa y las largas filas.

Como no había prisa me detuve en un “gift shop” del lobby, compré una revista y unos dulces. Más adelante, mi hijo divisó una “M” grande de una cadena de comida rápida así que caminamos hasta allí, pero estaba cerrado. 
“Habían quebrado”, nos dijo un maletero que pasaba.

En fin, que le dije a mi hijo que mejor entráramos  “gate” y que dentro, con calma, buscábamos donde comer algo, pues ya teníamos como media hora.

Avanzamos hasta la inspección de Migración, pero, oh sorpresa!!! Estoy en fila, tranquila, porque ya estoy de regreso a mi hogar. El agente de Migración me pide el pasaporte, identificación, boleto aéreo  como corresponde. Me mira de arriba abajo, algo sospechoso y con cierta aptitud (ya saben ustedes como son los “jefecitos” de nuestro país cuando tienen un “carguito”).

Me impresionó que pronunciara correctamente mi nombre y apellido (muy pocas personas lo hacen, por lo general, quienes no me conocen y lo leen de la manera que se escribe lo pronuncian “gueidy”, “jedi”, pero no (jeidi) que es la manera correcta.

Me indica el inspector que debo salir de la fila e ir escoltada a otra línea y que él se quedaría con mi pasaporte. –Recuerden amigos que me leen, que estoy narrando un hecho que me ocurrió en República Dominicana-.

De inmediato se acercan dos oficiales y me conduce al primer punto de inspección. Paso por la puerta de detección de metales y coloco mi equipaje de mano.  Mi hijo y yo pasamos por la zona sin problema, como es.

No obstante, y pese a ver que no llevábamos nada prohibido, me solicitan detenga mis pasos y pase a otro punto, el de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), para una prueba de explosivos y sustancias controladas, eso atiné ver.

Estaba algo intrigada, no sé si nerviosa. No iba a pelear, sobre todo porque esto ocurre frente a mi hijo, y entiendo es un procedimiento, supuestamente al azar.

 Me dije: “El que nada debe, nada teme”. No soy una delincuente, traficante, no fumo ni un cigarrillo, ese humo lo odio, me irrita hasta el alma.
Dos ofíciales, sentados con un sofisticado equipo, toman como unos pañitos, parecido a una gaza y me hacen el procedimiento en mi correa y manos para una prueba. Claro, todo negativo. Nunca he manipulado explosivos, no vendo droga, no he matado, violado, atracado…en fin soy una persona normal que no busco lo fácil para vivir mejor.

Soy feliz con lo que Dios me ha dado, aunque tengo mis aspiraciones de seguir creciendo.

No se me llenan los ojos con banalidades que se tienen hoy día, sobre todo en nuestro país donde cualquier “pelagatos” tiene una mansión y un carro del año sin dar un sólo golpe.

En nuestro país la gente vive pendiente a la marca de la ropa, al carro que tiene el fulano, el celular moderno de última generación, tienen más cosas materiales que los mismos que viven en el exterior y que tienen mayores ingresos.

Los que emigramos y trabajamos de manera honesta tenemos que vivir el día a día, pagar renta, cubrir todas nuestras necesidades. Muchos hermanos dominicanos, que no han tenido la suerte de obtener un buen trabajo, tienen que laborar largas jornadas como obreros, y encima enviar ayuda a sus familiares.

Pero, retomando el tema de la inspección que me tocó en el aeropuerto: caminé tranquila. Lo único que me preocupaba era lo inquieto que estaba mi hijo con una de preguntas del por qué hacían eso. Ya el conoce la rutina cuando viaja, esto era algo nuevo para él.

Me hicieron una segunda prueba, esta vez en mi cartera, y por supuesto que fue negativo. La única droga que he visto en persona, en mi vida,  es la que incineran en la DNCD cuando solía cubrir, como periodista, esa fuente.
Muchos me miraban, a mi no me dio vergüenza. Tengo una autoestima que llega al cielo.  El procedimiento puede resultar un bochorno.

Fue una experiencia no grata, pero sirve  preguntarme ¿Qué vieron en mi sospechoso? Alguien me dijo que probablemente por el estilo que llevaba ese día (pantalón vaquero y botas).

Cómo es posible que miles de personas “mulas” logren pasar por estos puntos de inspección cargados de droga  o con millones de dólares y euros producto del lavado del narcotráfico, si son tan rigurosos.
Ojalá las autoridades estén bien prestos para combatir el narcotráfico como se debe, pues a mi humilde entender para alguien pasar cargado de drogas debe tener una conexión interna, sin duda.

Esta historia sigue. Si creyera en que le echan a uno un ‘fucú” o “guanguá” pensaría que me levanté con el pie izquierdo ese dí.

Luego que paso por ese amargo momento y me dirijo a la fila de inspección, ya con mi pasaporte y mis documentos nuevamente enfrento otra incomodidad.
 La joven inspectora me pregunta cuantos días estuve en la República Dominicana. Le indico: –dos semanas-.

Luego, me pregunta desde cuándo mi hijo se encontraba allá, le digo” -que el mismo tiempo que yo. Llegamos juntos-.

Ella me mira y me cuestiona. Me dice que le estoy mintiendo,  que debo pasar a la caja de pago porque debo el exceso de días que estuvo mi hijo en el país, ya que es ciudadano americano.

Le explico que es imposible, y que en mi pasaporte está la prueba. La oficial me cuestiona nuevamente, y dice que mi hijo tiene dos meses en la República  Imagínense como me pongo. Otra “vaina” mas.

Le digo que es imposible y le reitero que en el pasaporte está la evidencia de entrada. Le pido que me lo pase para mostrárselo, y me dijo que no. Ahí me acaloré porque ya me estaba dando cuenta que había una doble agenda.

Ante su negatividad, le exigí llamara un supervisor, y cuando llega le explico la situación. La señora –inspectora de migración-  sigue con la misma alegación.

Cuando por fin me permite ver el pasaporte, veo que le habían ponchado el pasaporte a mi hijo con una fecha incorrecta el día que entramos. Pensé que esos errores en mi país ya no ocurrían. Dios Santo!  

Por qué hablar a medias y no decir desde el principio lo que pasaba, y permitir que yo diera mi explicación.

Por suerte, conservaba en mi cartera la parte del ticket que utilicé para entrar al país donde se veía claramente la fecha. Me dijo que esto era una dificultad y que para evitar retrasos que pasara mejor a pagar.
Me opuse rotundamente, no iba a pagar por un error que ellos mismos comentiendo. Entré en un intercambio de palabras y le dije que abriéramos un caso de investigación para verificar quién estuvo de turno ese día, y que probablemente las personas que entraron iban a tener el mismo problema.

Finalmente, la inspectora me dijo que me daría un “break”. Qué falta de respeto? una oportunidad de qué, yo tenía mi razón y creo que situaciones como esas no se resuelven con un “break”, ni agendas ocultas. Yo no me estaba robando mi hijo, pero y si hubiese sido el caso, ese “break” habría tenido otra connotación.  Así está nuestro país.

No pagué lo que me querían cobrar porque era improcedente, y punto. No por una oportunidad…realmente hay que escuchar cosas en la vida, sobre todo en un punto de inspección tan importante.
Luego, seguí mi rumbo. Caminé hasta la puerta de salida. Gracias a Dios que llegué temprano al aeropuerto. Pudimos desayunar y abordar a tiempo el vuelo que nos traería a San Juan, Puerto Rico.
De camino pensaba los malos momentos que le hacen pasar a personas inocentes y lamentar que no toman acciones contra las verdaderas plagas del mundo. Así las cosas.

Ah… como verán mi ticket fue ponchado como evidencia de que hubo una inspección, y al llegar a mi casa y desempacar, me encontré con que también los federales habían revisado mi equipaje y dejado la notificación.
Definitivamente, a veces nos levantamos con el pie izquierdo.

En mi próxima entrada hablaré de los puntos de inspección de los aeropuertos. No los cuestiono, todo lo contrario. Me alegra haya seguridad.