jueves, 22 de diciembre de 2011

Si te comparas con otros, puedes volverte petulante o amargado

Para ser feliz se necesita muy poco, y yo tengo algo. Me jacto en decirlo. Este es un blog personal, para escribir lo que me dé la...bueno, para decir lo que pienso en primera persona. Así que allá voy. Para eso surgió esta herramienta infalible que muchos desconocen su uso correcto.

Si todos tuviéramos ideas brillantes, no tendríamos idiotas merodeando por la vida. Se necesitan diferencias marcadas, en fin que este blog es para mi consumo, y el que entre por casualidad, sino le gusta, que se mude.

Pero, retomando el tema de la felicidad. Adoro el poema de Max Ehrman, "Desiderata", lo recito desde que era una niña. Debo confesar,  como buena dominicana y adicta en mi adolescencia a las novelas mexicanas, que pensaba que lo había escrito Jorge Lavat, cómo lo declamaba. Tenía una voz magistral, de esas, que casi no encontramos, porque lamentablemente, hoy día, hay quienes prefieren voces más chillonas y menos melodiosas. Cosas de la modernidad, pero ese será un tema que prefiero desmenuzar en otra entrada porque a decir de lo que escucho…Dios cuanta falta de dicción!!! Y al escribir…ni hablar.
“Desiderata’ es una pieza clave, merece todo mi respeto, lo hago mío, no me importa. No tiene desperdicios.

Las instrucciones de este poema podrían servir a muchos caníbales, pero sabrán de qué diablos les hablo? Ay mi madre!.

Desiderata fue escrito en 1927 (aclaro: ya no se dice en el 1927. La academia lo ordenó). Dicen unos dizque investigadores, que se creen la saben toda, que en 1692, en Maryland encontraron ese texto en una tumba, pero los poemas de Ehman, que también dicen es un anónimo, ha recibido adaptaciones de gente, que como yo, preferimos darle un cierto color.
Quiero compartir con ustedes, mis dos o tres gatos,  seguidores, una adaptación que encontré por ahí, y no en una tumba.

Desiderata – Max Ehrman
Camina placidamente entre el ruido y el bullicio
y observa la paz que pueda haber en el silencio.
Hasta el punto en que te sea posible,
procura estar en buena armonía con todos.
Expón tu parecer en forma reposada y clara,
y escucha a los demás que,
aunque sean lerdos e ignorantes,
ellos también tienen algo que decirte.
Evita las personas ruidosas y agresivas
que constituyen una vejación para el espíritu.
Si te comparas con otros,
puedes volverte petulante o amargado
porque siempre hay alguien que es inferior o superior.
Interésate siempre por lo que haces,
por muy humilde que sea tu tarea
porque es algo que siempre perdurará,
aunque las circunstancias cambien.
Se precavido en tus negocios
porque el mundo está lleno de astucia.
Pero, que la precaución no te impida ver
donde está la virtud,
pues hay muchas personas que luchan en pro
de elevados ideales
y toda vida está llena de heroísmo.
Sé sincero. En especial, no finjas afecto
ni seas cínico en relación con el amor,
porque a fin de cuentas, la aridez y el desencanto
son tan perennes como la hierba.
Toma resignadamente el consejo de los años,
renunciando gallardamente a las cosas de la juventud,
y no te preocupes por temores imaginarios,
pues muchos de ellos son producto
de la fatiga y de la soledad.
Por encima de toda disciplina edificante,
sé benévolo contigo mismo.
Tú eres un ente del universo,
no inferior a los árboles y los planetas.
Tienes derecho a estar aquí.
Y lo entiendas o no,
el universo se desarrolla
como debe hacerlo.
Por lo tanto, procura estar en paz con Dios,
cualquiera sea la forma en que le concibes.
Y cualquiera que sean tus obras y tus aspiraciones,
en la ruidosa confusión de la vida,
procura estar en paz contigo mismo,
porque con todo desequilibrio,
con toda maldad,
es, sin embargo, un hermoso mundo.
Así es que ten cuidado.
Esfuérzate por ser feliz.