Por Gheidy de la Cruz
Caminaba por las calles, “apestoso”, hediondo -“gediondo a rayos”- como si el agua le pudiera cortar la piel.
Caminaba frente a mí. Yo, un poco alejada…bueno “en verdad, verdad” bastante, por si acaso.
Cargaba una mochila mugrienta y, en sus manos, muchos documentos.
Mientras avanzaba la gente le abría paso, su apariencia lo delataba… es
que “el grajo era un cuchillo”.
Íbamos por el mismo camino, al parecer al mismo lugar, pues yo en a
gestiones personales a una oficina de gobierno y prácticamente llegamos
juntos.
El caballero, de unos 60 años, probablemente menos, pues su abundante
barba, pelo “desgreñao” con abundante cana no permitía apreciarlo.
Se iba de lado, tenía poca estabilidad -eso me pareció- .
Luego de minutos de espera por fin llegó el ascensor, tendríamos que subir unos cuatro pisos.
Y ahora, nadie quiere subir al ascensor? el primero fue señor con
características de deambulante, zapatos rotos, ropa harapienta e
insisto: una peste “bovina”. Las cosas como son. No! Nadie subió, solo
el “caballero andante”.
Mientras esperaba, trataba de escupir en algún lugar, solo tenía un
café en el estómago y sentía que me había tragado el “bajo a rayo”
Carajo!!! Qué desagradable tragarte algo que no es tangible.
Cuando llega el ascensor todos subimos, todavía quedaba el “aroma”
impregnado en el pequeño espacio. Una señora sacó de su cartera un
pequeño “splash”, uno de esos perfumes que la gente acostumbra echarse
después de un baño y otros para cuando van a un baño público para
curarse en salud ante una emergencia.
Imagínese usted qué combinación y por la mañana. Era de morir.
Cuando llego a la oficina, oh sorpresa! Ahí está el señor nuevamente y en la fila de servicio al cliente.
Lo escucho quejarse de que le están cobrando impuestos que no debe,
que si “el gobierno no sirve”, “que son unos pillos”, en fin cuantos
epítetos en contra de la administración.
Sonaba un hombre estudiado, hablaba con coherencia de temas sociales,
de impuestos y derechos que como ciudadanos mecería, citaba leyes,
resoluciones y se conocía por nombre y apellidos los jefes de agencias,
del pasado y presente. Estaba al día en las noticias, citó frases de
políticos y promesas que ninca cumplen.
Por un momento mi mente se desbloqueó, y se me olvidó que el hombre
expedía un olor a orín -“meao’ trasnochao”- yo sólo escuchaba sus
planteamientos tan acertados.
De momento, varias doñitas le hicieron el “coro” y comenzaron a
contar odiseas cuando visitan oficinas de gobierno, que si la luz, el
agua, el Crim, las planillas y esta “vaina” del IVA.
Confieso que fue impresionante el poder de palabra de este caballero,
ya que a pesar de su apariencia y descuido en su higiene personal logró
capitalizar en su entorno.
Quise hacer esta reflexión porque todavía me pregunto por qué perdió de perspectiva su higiene.
Me apena lo que veo en las calles de Puerto Rico, tantos deambulantes, profesionales si rumbo…
Dónde perdieron su enfoque?.
En fin que por las calles hay mucho que ver y contar.
Yo sigo con mi isla al revés.
Los espero en la próxima entrada de mi blog LA ISLA AL REVES
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